Sopor en Venecia

No sopor, no sopor, no soporto este tipo de visionados. Saludos, gente de bien. Hoy vamos a hablar de la obra maestra de Lucino Visconti, Muerte en Venecia. Mis sensaciones después de haber visto la película son variopintas a la par que difusas. Desde el respeto y mi humildísima opinión, dos horas de miraditas en las que no he terminado de sacar nada en claro, encima no he conseguido engancharme a la narración hasta que ésta iba por la mitad (y tampoco me he enganchado muy fuerte, además de que no he podido evitar dar un par de cabezadas, no se si por el madrugón de hoy o por el sopor que desprendía mi televisor). AWESOME.

El músico y profesor Aschenbach (Dirk Bogarde), después de fracasar profesionalmente y por prescripción médica viaja a la ciudad de las góndolas, donde conocerá a un joven con rostro angelical, Tadzio (Björn Andersen), del que quedará totalmente anonadado y le sigue como alma en pena allá donde él va. En él verá reflejada la juventud, el amor y, en definitiva, la vida que él está a punto de consumir y perder, al mismo tiempo que la ciudad también muere por la enfermedad que todo el mundo quiere ocultar, la peste.

Se me ha hecho muy larga, con escenas en las que la acción está dilatadísima, apenas hay diálogo (y encima Tadzio y su familia hablan en extranjero para que nos enteremos menos todavía) y la comprensión se hace difícil (o es que la película es para mentes privilegiadas y yo no formo parte de esa élite). Qué bárbaro!!

Sin embargo, os animo mucho mucho a verla (porque si no os doy fuerzas, no la véis), ya que está consagrada como una de las mejores películas de la historia del cine. Por algo será...

P.D. La línea de gloria para Evita, que me ha explicado un poco que significaba la historia. Gracias mil por hacer un esfuerzo por mil.